sábado, 5 de junio de 2010

El hacha de San Bonifacio

Hoy es San Bonifacio, Obispo y Mártir, monje inglés que evangelizó Alemania en la primera mitad del s. VIII. Cumplió esta vasta misión en estrecha sujeción a Roma. Fundó varios obispados y una constelación de monasterios con cabeza en Fulda. Me gusta verlo representado así: con el hacha, talando el roble idolátrico. La estampa recoge una escena repetida en varios lugares. Para desarraigar la idolatría, Bonifacio se iba derecho al árbol sagrado de cada tribu y lo talaba. La reacción de los paganos era variable. Pero con frecuencia quedaban consternados y él aprovechaba para hablarles del verdadero Dios encarnado, que murió por nosotros en el árbol de la Cruz. Por supuesto, San Bonifacio murió mártir a manos de unos frisones a los que intentaba convertir.

Así han sido los santos de todos los tiempos. ¿Y hoy? Hoy los buenos católicos, como siempre, son pocos. Pero también blanden el hacha y desafían al mundo derribando sus ídolos intocables.

jueves, 3 de junio de 2010

Algunas expectativas económicas muy corrientes y que no se van a cumplir

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-La revalorización del piso nos hará ricos.

-Los planes de pensiones son seguros.

-En la Seguridad Social tengo otra hucha.

-Las deudas las pagará la inflación. Con el paso del tiempo y a tipos bajos, los pagos de la hipoteca se harán muy llevaderos.

-Podremos seguir endeudándonos. Las cosas se compran a crédito. Sin necesidad de ahorrar, podremos pasar del pisito a un pisazo.

-Nunca me faltará el trabajo por mucho tiempo.

-En año y pico saldremos de la crisis.

-Mi sueldo no hará más que subir.

-No aumentará la presión fiscal. Si suben algo los impuestos será a cambio de más servicios públicos.

-El estado de bienestar corre con muchos gastos y riesgos. Sus coberturas son cada vez más amplias.

-Podré trabajar hasta una edad avanzada, si quiero. Y así ganar más durante más tiempo.

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Me estoy acordando de algo que decía don Dalmacio Negro en aquellas clases magníficas. La situación económica que favorece las revoluciones no es la pobreza sino la decepción que sigue a una fase de exageradas expectativas, cuando éstas se ven defraudadas.