lunes, 3 de mayo de 2010

Sor Fotina Rech: una monja muy benedictina

En su obra «Jesús de Nazaret» (p. 285), al tratar del simbolismo del agua en el Evangelio de Juan, el Papa establece una analogía entre el doble principio de la procreación natural, padre y madre, y el renacer del Bautismo por el Espíritu divino y el agua. Y cita la siguiente frase entre comillas al hablar del agua como «madre universal de la vida natural elevada en el sacramento mediante la gracia, a imagen gemela de la Theotokos [Madre de Dios] virginal». La autora de quien la toma va referida in-texto: «Photina Rech, Inbild des Kosmos. Eine Symbolik der Schöpfung, O. Müller, Salzburgo 1966, vol. 2, p. 303». Y sigue el Papa: «Dicho de otro modo, para renacer se requiere la fuerza creadora del Espíritu de Dios, pero con el sacramento se necesita también el seno materno de la Iglesia que acoge y acepta. Photina Rech cita a Tertuliano: “Nunca había Cristo sin el agua” (De Bapt, IX 4), e interpreta correctamente esta palabra algo enigmática del escritor eclesiástico: “Nunca estuvo ni está Cristo sin la Iglesia” (vol. 2, p. 304). Espíritu y agua, cielo y tierra, Cristo e Iglesia van unidos: de esta manera se produce el “renacer”. En el sacramento, el agua simboliza la tierra materna, la Santa Iglesia que acoge en sí la creación y la representa».

En su homilía de la Vigilia Pascual, hablando también de la regeneración bautismal, dice el Papa: «Una vez más, un antiguo escrito judío puede ayudarnos a hacernos una idea de ese proceso misterioso que comienza en nosotros con el Bautismo. En él, se cuenta cómo el antepasado Henoc fue arrebatado por Dios hasta su trono. Pero él se asustó ante las gloriosas potestades angélicas y, en su debilidad humana, no podía contemplar el rostro de Dios. “Entonces –prosigue el libro de Henoc– Dios dijo a Miguel: ‘Toma a Henoc y quítale sus ropas terrenas. Úngelo con óleo suave y revístelo con vestiduras de gloria’. Y Miguel me quitó los vestidos, me ungió con óleo suave, y este óleo era más que una luz radiante... Su esplendor se parecía a los rayos del sol. Cuando me miré, me di cuenta de que era como uno de los seres gloriosos” (Ph. Rech, Inbild des Kosmos, II 524)».

¿Quién es esta autora, a quien el Papa toma en tanta consideración? Pues poco puedo deciros: Sor Fotina Rech OSB (1914-1983) fue monja de clausura en la abadía benedictina de la Santa Cruz de Herstelle (Renania-Westfalia, Alemania) y creo que no escribió otro libro que el citado «La llave del cosmos», subtitulado «Una simbología de la Creación», de más de mil páginas en dos volúmnes. Hay un extracto publicado en inglés bajo el título «Bread and wine» y disponible en Google Books. Lo recomiendo vivamente.

Es una obra que aúna erudición y sabiduría, muy en la línea de la teología monástica, y al estilo del Papa: Antiguo y Nuevo Testamento, patrística, apócrifos, literatura intertestamentaria, mitología clásica… Los escritos de Sor Fotina nacen de la contemplación, de la lectio divina, y a ella conducen.

Me propongo ofreceros en futuras entradas mi personal traducción de algunos pasajes, a partir de la edición inglesa. Con el favor de Dios.

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